Artículo de Roy Campos publicado en El Economista. El primer problema es el ruido después de un debate electoral cuando escuchamos a los equipos de campaña, a simpatizantes o a novatos tratar de explicar “quien ganó” y “por qué ganó” algún candidato o candidata, como si “ganar” el debate fuera equivalente a ganar una elección y nada más alejado.
PREMISAS
1.- Después de cada debate todos los candidatos están listos para declararse “ganadores” con voceros y equipos de calle con mantas y gritones, así que no hagamos caso a esos eventos de campaña2.- Cada candidato se preparó días y horas para decir lo que dirá, para atacar y para resistir ataques, probaron su vestimenta y la forma de moverse, y lo repitieron cientos de veces para no equivocarse, durante el debate no hay edición de los errores, así que se preparan para no cometerlos; la gran mayoría de lo que veamos es una actuación diseñada por estrategas.
3.- Quienes ven un debate son en su gran mayoría (hay pocas excepciones) personas interesadas en política y por ende con una idea muy cercana a lo que harán el día de la elección, y el debate difícilmente les hará cambiar de opinión; en otras palabras, cada ciudadano verá ganar a “su candidato” terminará diciendo que hizo las mejores propuestas, que se vio más seguro, que atacó mejor y que sale ganador del debate, estas opiniones no sirven, están predeterminadas y no tienen nada que ver con el desarrollo del debate.
4.- Los puristas de la política seguramente analizarán las propuestas, su viabilidad, las verdades o mentiras que se hayan dicho, etc., no está mal pero importan poco para la elección, el diseño del debate en los cuartos de estrategia se hace para incrementar las probabilidades de triunfo electoral, no para satisfacer a estos puristas.
Entonces, ¿cómo lo evaluamos?
5.- Los debates son momentos de “riesgo y oportunidades”; el riesgo lo corre siempre quien va adelante en las preferencias y las oportunidades las buscan quienes lo persiguen, así que tenemos que partir de aquí y preguntarnos ¿superó el riesgo el puntero? ¿aprovecharon las oportunidades los seguidores?
6.- Un debate no “se gana” pero se puede “perder”; y esto depende de errores y no de aciertos, así que nos tenemos que preguntar si hubo errores y el tamaño de estos, no se trata de “equivocaciones” que no impactan nada, sino de “errores graves” que a partir de ahí muevan la conversación hacia derroteros desastrosos para ese candidato
7.- En un debate se intenta dejar “momentos memorables”, si una participación está muy bien lograda, sólida, congruente y con propuesta real, es muy probable que ahí se quede, que no genere un solo voto adicional, porque no importa el fondo sino la forma. El ciudadano se enterará del debate durante varios días y lo que se destacará serán esos momentos memorables. Así que ubiquemos esos momentos, quien los logre, si son positivos, se anota puntos, aquellos que serán dignos de un “meme”.
8.- Un debate es la “campaña concentrada” en unos minutos, un debate no cambia preferencias pero puede cambiar la campaña; y ahí nos damos cuenta de las estrategias de cada uno. ¿Qué temas tratará de usar en los siguientes días? ¿cuál será el enfoque de esos temas?
9.- Como resumen, tenemos que entender que no se gana un debate, se ganan o se pierden simpatizantes y lo que tenemos que ver es si cada candidato sale en un escenario de lograr más votos o menos votos; si cada uno se dirige a sus simpatizantes, las preferencias no se moverán mucho y por ende podríamos declarar ganador a quien va de puntero, aunque no haya sido quien mejor habló, solo porque brincó ese obstáculo sin tropezarse.
Como se ve, no es fácil analizar un debate, pero así como repito hasta el cansancio que las encuestas no pronostican, llevo años repitiendo que los debates no “se ganan” en el sentido tradicional que se acostumbra utilizar, no se trata de “hablar mejor”, “vestir mejor”, “atacar más”, “defenderse mejor”, “moverse mejor”, “hacer las mejores propuestas”, sino que se trata de que todo eso en conjunto permitan crear algún momento memorable que mueva la campaña a mi favor, si no lo logro perdí una oportunidad, tampoco perdí la elección pero sí una valiosa oportunidad. Hoy los estrategas saben todo esto que platico y diseñan la participación de sus clientes. Diseñan el apoyo gráfico, el tono, las palabras, los movimientos, el momento de decir cada cosa; así como también diseñan la forma de reaccionar ante los contrarios, si niegan, ignoran, contraatacan, defienden y de nuevo la forma, tono y palabras con que se harán.
Son pocos los debates que impactan definitivamente en una elección, y estos están determinados en general por sorpresas o por errores, así que a quienes nos gusta el análisis de estrategias los vemos con ojos más estrictos y nada parciales.
A responder:
¿Qué nos sorprendió? ¿Cuál fue el tema que apareció en forma recurrente? ¿Qué tema evitaron los candidatos? ¿Algún “elefante blanco” en la sala? ¿El formato ayudó? ¿Los moderadores influyeron en el desarrollo? ¿Cómo será recordado? ¿En qué cambiará la campaña? ¿Qué tan preparados llegaron? ¿Algún momento emotivo? ¿Qué conclusiones se sacan sobre la estrategia de cada uno?
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